Fundada en el siglo XV, Arbanassi tuvo la doble suerte de no pagar impuestos al Imperio Otomano. En 1838, el Sultán Suleimán II regaló Arbanassi a un noble búlgaro, que se casó con su hija, y liberó al pueblo de los ruinosos impuestos. Luego la tradición quedó: Arbanassi siguió liberado de impuestos, porque los hombres del pueblo actuaban como policía local en el paso cercano a través de la Península Balcánica, que era importante ruta comercial en el Imperio Otomano. Este hecho notable ayudó mucho para el futuro desarollo económico y cultural del pueblo. En los siglos XVII-XVIII Arbanassi se convirtió en un importante centro de comercio. Los comerciantes de Arbanassi mantenían negocios y contactos culturales con Italia, Rusia, Imperio Austro-Húngaro, Valaquia y hasta India. La gente de Arbanassi estaba ansiosa de conocer el mundo fuera de la frontera del Imperio Otomano. Muy pronto en los monasterios de Arbanassi fueron fundadas las primeras escuelas.
En nuestros días Arbanassi es una reserva arquitectónica, con las viejas casas – obras de arte, los amplios patios y bellos jardines, y la atmósfera única de las tiendas artesanales. Muchas de las casas son museos, uno de los más interesantes es La Casa Konstantzalieva. La visita a Arbanassi incluye la visita a la iglesia “Natividad de Cristo”, gran valor histórico, cultural y religioso, que tiene la fama de ser milagrosa.
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